Todas las personas nacen, crecen,
viven, mueren. Es inevitable.
A veces estas cosas tienen otro
orden y muchos desafortunadamente no llegan a conocer ciertas fases de la vida.
Entonces podemos decir que lo único
cierto de nacer es que tarde o temprano nos moriremos.
Vale.
Pero aunque sea cierto e
inevitable este hecho es muy difícil de aceptar, te llena de tristeza, de
dolor, te inundan los recuerdos, te oprimen todas las palabras que podrías
haber dicho y no lo has hecho y todas la que podrías haberte callado y
tampoco lo has conseguido.
Al final para la persona que se
va esto importa poco. Se va y no va a volver. Tú te quedas y sigues pensando. Así
que, para tu propio bien, si vas a sobrevivir a los que te rodean mejor piensa
dos veces antes de hablar y se mas espontáneo si quieres expresar algo, no te
calles.
En una ocasión dije que me gustaría
ser la primera en irme entre todos mis seres queridos. Y sigo pensando lo
mismo. Lo único que no había especificado es que me encantaría vivir 150 años, así
mis padres deberían vivir 170 como mínimo.
Por esto las religiones han
inventado esto de la vida eterna: el sueño de todo hombre es no morirse nunca.
Nunca.
Todo esto va uno pensando cuando
asiste a un funeral. Más todos los pensamientos y recuerdos para la persona que
se ha ido. Y es inevitable, inevitable: vas a estar triste unos días como mínimo.
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