Como no… un post de política tocaba,
con todo lo que nos está cayendo encima. Las bolsas (que yo quemaría), los
mercados (no el de fruta y verdura del sábado, el mercado malo, de cosas que no
existen), los recortes, los sacrificios, la xenofobia, el egoísmo, las guerras,
la hambruna en África… ¿tenéis más cosas desagradables que están pasando?
Seguro que sí, pero si nos ponemos hacer una lista exhaustiva no acabamos
nunca.
Y diréis “¿qué carajo tienen a
que ver todas estas cosas con tu tumor?”.
Pues nada y todo.
Cuando te pasa algo así, empiezas
a fijarte mucho más en las cosas (buenas o malas) y a razonar. Empiezas a ver
las cosas desde otra perspectiva, que no es la típica “voy deprisa, no tengo
tiempo, aih que mal que me sabe pero no me paro a pensar”. No. Te paras a
pensar porque analizas el dolor que causa según qué cosa a según qué persona.
Empiezas a medirlo todo utilizando el dolor.
Y claro… ver todos los que han
causado todo este follón (no nos excluyamos porque nosotros también tenemos
algo de culpa con nuestras actitudes egoístas y fatalistas) tranquilos en sus
sitios, que siguen jugando su juego, que siguen cobrando aunque hayan miles y
miles de personas en el paro que no pueden comprar ni comida para sus hijos,
ver los que han especulado en los “mercados” con bienes como comida sin
preocuparse ni por un momento que sus acciones llevarían a empeorar la vida (la
vida y la muerte) de miles de personas… pues bien, ver todo esto te hace hervir
de rabia.
Muchos expertos y premios nobel
(juas, me parto con estos) dicen que mi idea de estar todos bien no es viable,
que es imposible. Es que ellos quizás por “estar bien” entienden tener un yate en
el puerto, una casa en Hawái y poder comprarte unos calzoncillos que cuestan
2000 euros, pero no, mi idea de estar bien es poder comer bien todos los días
sin pasar hambre (tampoco carne todos los días que no es sostenible ni bueno
para la salud), poder estudiar sin problemas de dinero, tener acceso a un
sistema de salud público y eficiente, tener una casa o poderla alquilar (que no
un palacio con muebles de diseño).
“¡Mucho!” me diréis. Somos
demasiados y consumimos demasiado.
Vale. Pues hagámoslo meno. Limitemos
el consumo (de energía, agua… lo que sea) y repartamos lo que tenemos entre
muchos, podemos hacerlo, podemos estar bien todos. Podemos compartir los
recursos de nuestro planeta, podemos encontrar un equilibrio que nos permita
vivir tranquilos y felices.
Driiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiin…
Mierda, el despertador. Ya me he
olvidado de lo que estaba soñando…
p.s. esto es lo que nos pasa a la
mayoría, olvidarnos siempre de los buenos propósitos. En cambio deberían regir
nuestra existencia.
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