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sábado, 16 de junio de 2012

Sin preocupaciones, sin remordimientos


Como no… un post de política tocaba, con todo lo que nos está cayendo encima. Las bolsas (que yo quemaría), los mercados (no el de fruta y verdura del sábado, el mercado malo, de cosas que no existen), los recortes, los sacrificios, la xenofobia, el egoísmo, las guerras, la hambruna en África… ¿tenéis más cosas desagradables que están pasando? Seguro que sí, pero si nos ponemos hacer una lista exhaustiva no acabamos nunca.

Y diréis “¿qué carajo tienen a que ver todas estas cosas con tu tumor?”.

Pues nada y todo. 

Cuando te pasa algo así, empiezas a fijarte mucho más en las cosas (buenas o malas) y a razonar. Empiezas a ver las cosas desde otra perspectiva, que no es la típica “voy deprisa, no tengo tiempo, aih que mal que me sabe pero no me paro a pensar”. No. Te paras a pensar porque analizas el dolor que causa según qué cosa a según qué persona. Empiezas a medirlo todo utilizando el dolor. 

Y claro… ver todos los que han causado todo este follón (no nos excluyamos porque nosotros también tenemos algo de culpa con nuestras actitudes egoístas y fatalistas) tranquilos en sus sitios, que siguen jugando su juego, que siguen cobrando aunque hayan miles y miles de personas en el paro que no pueden comprar ni comida para sus hijos, ver los que han especulado en los “mercados” con bienes como comida sin preocuparse ni por un momento que sus acciones llevarían a empeorar la vida (la vida y la muerte) de miles de personas… pues bien, ver todo esto te hace hervir de rabia.

Muchos expertos y premios nobel (juas, me parto con estos) dicen que mi idea de estar todos bien no es viable, que es imposible. Es que ellos quizás por “estar bien” entienden tener un yate en el puerto, una casa en Hawái y poder comprarte unos calzoncillos que cuestan 2000 euros, pero no, mi idea de estar bien es poder comer bien todos los días sin pasar hambre (tampoco carne todos los días que no es sostenible ni bueno para la salud), poder estudiar sin problemas de dinero, tener acceso a un sistema de salud público y eficiente, tener una casa o poderla alquilar (que no un palacio con muebles de diseño). 

“¡Mucho!” me diréis. Somos demasiados y consumimos demasiado.

Vale. Pues hagámoslo meno. Limitemos el consumo (de energía, agua… lo que sea) y repartamos lo que tenemos entre muchos, podemos hacerlo, podemos estar bien todos. Podemos compartir los recursos de nuestro planeta, podemos encontrar un equilibrio que nos permita vivir tranquilos y felices.

Driiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiin…

Mierda, el despertador. Ya me he olvidado de lo que estaba soñando…

p.s. esto es lo que nos pasa a la mayoría, olvidarnos siempre de los buenos propósitos. En cambio deberían regir nuestra existencia.

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